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26-11-2017 |
Ampliación sobre “comités de moral” y violadores “de izquierda”
Rolando Astarita
En la nota anterior ( aquí ) critiqué la creencia de que las organizaciones de izquierda, por ser revolucionarias, tienen derecho a manejar internamente los casos de abusos sexuales que involucran a sus militantes. Y la idea de que los “comités de moral”, o “comités de disputas”, son los organismos apropiados para resolver estas cuestiones. Entre otros temas, sostuve que no está garantizada su imparcialidad por el hecho de que estén conformados por gente que se considera a sí misma con una moral proletaria y socialista. Señalé que casos como lo ocurrido en el Frente Sandinista de Liberación, con Daniel Ortega, o en el SWP británico, autorizan a poner en duda esas posturas.
Después de publicar la nota me di cuenta de que no fui lo suficientemente claro y tajante. Lo que debiera haber escrito es que esos comités no garantizan imparcialidad ni limpieza en investigación alguna .
La primera razón, y la más general, es que habitualmente esos comités están conformados por militantes que tienen como principio rector que “la salud y salvaguardia de la organización está por encima de cualquier otra cosa”. Lo cual condiciona la búsqueda de cualquier verdad “objetiva y científica”, ya que la “verdad de partido” pasa a ser el criterio ordenador. Así, si se considera que tal o cual denuncia “puede ser utilizada por los enemigos del partido”, se intentará sofocarla, o desestimarla. En el fondo, se trata de la misma lógica con que se han acallado innumerables canalladas burocráticas a lo largo de la historia. El discurso no varía: “lo hacemos para defender al partido, y quienes acusan son enemigos, provocadores y contrarrevolucionarios”.
En segundo término, los integrantes de los “comités de moral”, o “de disputas”, son, típicamente, militantes con muchos años en las organizaciones. Por lo tanto es probable que muchos de esos “jueces revolucionarios” hayan cultivado estrechos lazos de camaradería (cuando no de amistad) con dirigentes y otros viejos militantes. En consecuencia, los criterios de objetividad se debilitan; por ejemplo, cuando el acusado es una figura relevante de la organización y la víctima una militante con poca trayectoria o, peor aún, una extra partidaria.
Vinculado a lo anterior, está la división que se establece entre los militantes y no militantes. Para explicarlo con un caso concreto: una mujer, que no pertenece al partido, denuncia que su marido, que es de la organización, violó a su hija pequeña, pero el acusado niega el hecho. ¿Qué peso da entonces el “comité de moral” a las palabras de la denunciante (quien “carece de nuestra moral proletaria”) frente a lo que dice el acusado (“es un compañero jugado por los intereses de la clase obrera”)? Y es peor todavía cuando ni siquiera se escucha a la denunciante con el argumento de “el comité solo toma en cuenta lo que dicen los militantes del partido”. En este caso el “comité de moral” forma su juicio escuchando solo a una de las partes. Es la expresión más clara del prejuicio que sobrevuela en todo esto: “somos superiores porque somos de izquierda y revolucionarios”. Por supuesto, cualquier parecido con los típicos argumentos de las típicas burocracias (machistas) de la izquierda, no es casualidad.
En cuarto término, y también relacionado con lo anterior, todas las circunstancias del “proceso revolucionario” invitan a pensar más en una farsa que en una búsqueda de la verdad . Por ejemplo, el “comité revolucionario” no puede obligar a declarar a testigos que estén por fuera del partido; en muchos casos, tampoco parece estar obligado a invitarlos a declarar. Mucho menos puede amenazar con alguna sanción si los testigos, en caso de declarar, faltan a la verdad. Para bajarlo a tierra, volvamos al militante acusado por su esposa, no militante, de violar a su hija. El “comité de moral” del partido no tiene manera de obligar a psicólogos, pedagogos, u otros peritos, a que declaren. Pero además, la denunciante tampoco tiene forma de obligar al “comité de moral” a que preste atención a peritos y expertos “que no son del partido y carecen, por lo tanto, de nuestra moral revolucionaria”.
En definitiva, todos estos factores parecen explicar por qué los “comités de moral” y los “comités de disputas” de los partidos revolucionarios la mayor parte de las veces no protegen a las víctimas ni castigan a los victimarios (algo similar ocurre con las “comisiones” de la Iglesia que juzgan a los curas violadores y pederastas). En algunos casos, cuando el escándalo es inocultable, se expulsa al victimario, pero con el recaudo de acallar la denuncia pública. En muchos otros casos el resultado es todavía peor: el victimario continúa siendo militante (incluso siendo dirigente, o candidato a puestos públicos, etcétera) y la víctima es acallada y maltratada de todas las formas posibles. Todo se dispone para quebrarla moralmente . Lo cual no impide que la mayoría de estas organizaciones sigan militando públicamente “contra la opresión de la mujer”.
Por último, digamos que las denuncias de violaciones, abusos de menores, y otras agresiones sexuales, al interior de organizaciones revolucionarias (o que se llaman a sí mismas revolucionarias) han crecido en los últimos tiempos. Es posible que sea una manifestación de la creciente conciencia de las mujeres de que estos hechos no pueden ni deben tolerarse, así sean aquellos que involucran a “elevados camaradas revolucionarios”. En cualquier caso, la actitud de una organización revolucionaria ante estas cuestiones es decisiva. En la Sagrada Familia , Marx y Engels citan, aprobatoriamente, el siguiente pasaje de Fourier: “El cambio de una época histórica puede determinarse siempre por la actitud de progreso de la mujer ante la libertad, ya que es aquí, en la relación entre la mujer y el hombre, entre el débil y el fuerte, donde con mayor evidencia se acusa la victoria de la naturaleza humana sobre la brutalidad. El grado de la emancipación femenina constituye la pauta natural de la emancipación general ” (cap. 8, apartado 6; énfasis añadido). Es necesario reflexionar sobre el significado de estas palabras cuando se aplican a la propia organización revolucionaria.
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2017/11/25/ampliacion-sobre-comites-de-moral-y-violadores-de-izquierda/
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